Sobre la semana de 4 días

Un manifiesto desde la experiencia sobre lo que es y lo que NO es la semana de 4 días.

Cada vez se habla más de este tema. Sus defensores y detractores opinan y explican las virtudes y los defectos de adoptarla mediante argumentos que, en muchos casos, nos parecen falaces, inexactos o irracionales.
Dependiendo de a quién le preguntes, la semana de 4 días es o bien una aberración, una torpeza, un suicidio de la productividad, un disparate populista, o bien una solución a todos los problemas de felicidad del trabajador, un mecanismo de justicia social instantánea y hasta una forma de salvar al planeta. Por otro lado, los que hablamos desde la experiencia, también tenemos clara nuestra posición al respecto. 

Nosotros lo hicimos. Nosotros fallamos y rectificamos. Ahora te queremos ayudar. 

Es una manera de mejorar la calidad de vida 

La semana de 4 días significa más tiempo libre para cultivar las relaciones afectivas, para el desarrollo personal, para estudiar y mejorar nuestras capacidades técnicas y progresar en nuestra carrera, para desempeñar otras actividades que nos gusten o nos convengan y para equilibrar mejor nuestras vidas.

Es una oportunidad para fortalecer tu cultura empresarial 

Una cultura empresarial sana implica preocuparse por la gente que integra la organización. A su vez, una cultura empresarial sana ayuda a disminuir los conflictos internos, aumentar la felicidad de los trabajadores, alinear los intereses empresariales con los de los trabajadores y, en consecuencia, reduce los índices de rotación.

Es un medio para optimizar procesos y aumentar la productividad 

Para adoptar la semana laboral reducida, tu organización deberá poder entender exactamente en qué y cómo se invierte el tiempo. Esto requerirá un análisis exhaustivo de la productividad. Y esa información permitirá revisar todos los procesos y herramientas de trabajo para identificar los cambios necesarios para mantener (o incluso mejorar) la productividad al reducir las horas trabajadas por semana. Esto es útil y posible. Nosotros lo hemos hecho.

Es una ventaja competitiva para captar y retener talento 

Si tu empresa tiene capacidad limitada de competir con otras más grandes, adoptar la semana laboral de 4 días puede ser una herramienta valiosísima para hacer tus ofertas de trabajo mucho más atractivas. En verticales con poca oferta de mano de obra talentosa y en los que los salarios suelen ser el principal motivador de alta rotación de personal, la posibilidad de trabajar un 20% menos puede ser más seductora que un aumento de ingresos.

Es un contrato nuevo 

La semana de 4 días es una posibilidad de cambio en la forma en que concebimos el trabajo, tanto empresas (startups, pymes o corporaciones) como trabajadores. Significa un acuerdo que otorga al equipo un beneficio importante, cuantitativo y cualitativo, y por el que se pide, como contraprestación y compromiso, un esfuerzo en pro de la eficiencia, la adopción de cambios que busquen mejorar la productividad y el respeto al tiempo propio y del equipo.

No es una forma de "escaquearse" 

La semana de 4 días implica una perspectiva integral de cambio de cultura empresarial y optimización de procesos. Para implementarla con éxito, todas las partes involucradas deberán estar comprometidas y dar lo mejor de sí. Es decir, tanto los gestores de la empresa - que deben definir claramente roles, responsabilidades y objetivos- como los trabajadores, que deben optimizar el rendimiento de su tiempo al máximo, con la ayuda de los procesos y herramientas adecuadas, para poder cumplir con sus obligaciones en menos  tiempo.

No es una promesa electoral ni un arma arrojadiza 

La semana de 4 días busca mejorar las condiciones laborales, familiares y sociales, es decir, la calidad de vida de la población. Su enorme potencial no debería desaprovecharse al enfocarla desde una perspectiva política para rascar votos de un lado u otro. Por el contrario, requiere compromiso y voluntad de todas las partes implicadas para funcionar. Más allá de especulaciones electorales. 

Adoptar la semana laboral de 4 días requiere un gran esfuerzo y la realización de cambios importantes dentro de cada organización. Todo esto exige decisión y voluntad de embarcarse en el proceso, por lo que tampoco es una medida que se deba imponer.

No es una excusa para obtener subvenciones 

Ah, las subvenciones. Si se ofrecen como reflejo de una voluntad política auténtica de implementar, evaluar o ajustar el modelo, podrían tener sentido. O incluso para paliar los costes de transición, como pueden ser el tiempo invertido en formación, la adopción de nuevas tecnologías, corregir errores, etc. especialmente en el caso de empresas pequeñas con recursos limitados.  

Sin embargo, presentarlas como una forma de remediar pérdidas o subsidiar el coste del  día que los empleados no van a trabajar, corrompe el espíritu mismo de la iniciativa, al asumir de entrada que será ineficiente. Si es posible trabajar menos y producir lo mismo (o más), es por lo menos contradictorio tener que estimular la implementación de este modelo mediante subvenciones.   

Por otro lado, es posible, y entendible, que la asignación de dinero público de todos los contribuyentes en favor de unos pocos genere el rechazo de gran parte de la población que se queda por fuera de la convocatoria. Al mismo tiempo, propicia la aparición de entidades más preocupadas de echarle mano a la subvención que de realmente hacer funcionar el modelo. Lo contrario de win win. Si esta es tu motivación principal, desde ya te avisamos que tu semana de 4 días será un fracaso estrepitoso.  

El único rol que debería tener el Estado en este proceso, si es que debe tener alguno, es el de brindar apoyo para la formación en optimización de procesos y el de beneficiar fiscalmente a las empresas pioneras que quieran tomar el riesgo y dar el paso.

No es una opción para todos 

Adoptar la semana de 4 días exige convicción y compromiso, puesto que requerirá cambios estructurales de calado dentro de la organización, varias pruebas de ensayo y error, y muchos errores a cometer y rectificar. Habrá problemas de diversa importancia durante el período de transición, posible resistencia de algunas partes involucradas, discursos contradictorios de un color político u otro, detractores y defensores. Y será necesario tener la determinación de seguir adelante a pesar de todo esto. 

También es posible que algunos sectores, debido a las características de su actividad, no vean la forma de acogerse a ella en un primer momento. Quizás hasta haya algunos para los que jamás sea una posibilidad. Y eso está bien. La semana de 4 días no va a suprimir los distintos modos de organización de la jornada laboral que ya existen en nuestras sociedades, y que seguirán existiendo debido a las diversas necesidades a atender: turnos nocturnos, de fines de semana, rotaciones 15 días y 15 días, entre otros.

No es magia 

Reducir la semana laboral a 4 días no es una solución para todos los problemas. No va a reducir el desempleo ni motivar a los trabajadores instantáneamente . No convertirá un equipo ineficiente en uno feliz, productivo y comprometido, ni mejorará la gestión de liderazgo. No va a revertir el cambio climático, llevar a la paz mundial, ni ningún otro disparate de los tantos que se cuentan desde filas políticas autocomplacientes. No va de trucos, sino de compromiso y esfuerzo.

Es una posibilidad valiosa. Una herramienta de cambio que, como tantas otras a nivel de procesos y gestión empresarial, no funciona si no se hace en conjunción con una mejora de la cultura y los procesos.
Antes de plantearte la adopción de la semana de 4 días considera detenidamente tus motivaciones, qué estás dispuesto a hacer para que la iniciativa tenga éxito y si cuentas con el apoyo necesario dentro de tu organización. 
Estamos ante un cambio de paradigma de innovación laboral que tiene el potencial de mejorar la vida de las familias de forma radical. Y de impulsar una evolución en procesos y equipo que conlleve mejores resultados financieros, retención de talento, y desarrollo del propósito noble de las organizaciones.

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