"Brillar intensamente" es tendencia, pero es más que una frase de moda. Significa destacar de manera extraordinaria y experimentar transformaciones drásticas que nos llevan a alcanzar nuestra mejor versión. Es como si te convirtieras en una versión más deslumbrante y mejorada de ti misma. Y justo eso es lo que me ha pasado a mí tras adoptar la semana de 4 días. Pero, empecemos por el principio.
Mi experiencia en el mundo laboral comenzó con una jornada reducida en una multinacional, que me permitía iniciar mi crecimiento profesional, y a la vez poder terminar mi formación, por lo que mi primera toma de contacto con el trabajo fue muy grata. Tenía tiempo para mí, para mis intereses, había muy buen ambiente en el equipo... pero llegó un momento en el que no tenía más opciones de crecimiento dentro de la empresa, ya había finalizado mis estudios y necesitaba 'un trabajo de verdad', por lo que decidí hacer las maletas. Era lo que tocaba, no iba a estar viviendo en el sueño universitario para siempre, ¿no?
Bueno, ¿y dónde acabé? Se podría decir que me metí en la boca del lobo sin saberlo: entré en el bucle de jornadas interminables y con disponibilidad plena en distintas empresas bajo el paraguas de 'ya sabemos cómo es el trabajo en el mundo digital'. La jornada laboral me absorbía totalmente, porque no era capaz de desconectar, me llevaba tareas a casa, tomaba llamadas fuera de horario...
Aunque yo no lo sabía, eso comenzó a hacer mella en mí. Daba por hecho que era lo normal, y que había que seguir adelante. Llegaba del trabajo tarde, no tenía ganas de nada más que de descansar hasta que llegara el día siguiente, y en muchas ocasiones, me tocaba lidiar con algún imprevisto de última hora, lo que hacía que ni me planteara tener muchos planes a la vista, porque nunca se sabía... Había alcanzado la monotonía laboral máxima, y creo que mi frase más repetida era 'Todo mal'.
Un día tontorrón, en 2022, entré en LinkedIn, y descubrí a One Totem: estaban buscando ampliar plantilla, ofrecían teletrabajo 100% y una atractiva jornada de 4 días. Corría el riesgo de terminar como el cuento de la lechera, pero decidí probar suerte. Y vaya si la tuve.
Por un lado, la jornada de 32 horas semanales, me ha permitido conciliar a la perfección mi trabajo y mi vida personal. El 'fin de semana' por fin hace honor a su nombre. He vuelto a poder hacer muchas cosas que había ya dejado por imposibles, he vuelto a tener tiempo para mí y mi entorno, en definitiva, he vuelto a poder disfrutar de cada momento sin tener la losa del trabajo que me esperaba de forma constante e inminente. Y eso hace que esté de mejor humor, y que me apetezca volver a hacer planes, y que vuelva a levantarme con energía por las mañanas.
Pero, por otro lado, he podido volver a enamorarme de mi profesión. Y es que trabajamos con un modelo bien organizado, que resulta más productivo que cualquiera de los que había probado anteriormente y que solo me habían llevado al burnout. Además, contamos con la posibilidad real, y me gustaría hacer hincapié en esto, de crecer profesionalmente, y no me refiero a escalar puestos en la empresa, sino a seguir formándonos y a evolucionar en el ámbito laboral, todo sin ver una reducción salarial. Vuelvo a tener esa ilusión que tenía cuando finalicé mis estudios, porque vuelvo a ver un futuro brillante por delante, y tengo la fortuna de hacerlo acompañada por todo el equipo de One Totem, unos All-Stars ✨.
Cuando me preguntan por mi trabajo, se me escapa siempre una sonrisilla, ¿serán las mariposas?
Alicia Moreno
Especialista de Marketing